

él me miró directamente a los ojos, sonrió, cabeceó para saludarme, y luego se sentó en una esquina del café y encendió un cigarrillo.
me quede sentado un largo rato pensando si debía seguir sentado ahí como si nada hubiese pasado o pararme y preguntarle si era realmente quien yo creía quien era. cuando me puse de pie y lo busqué ya no estaba, sólo había quedado el humo del cigarro que salía del cenicero.
Te quedó más que enchulado...
Yo aún no veo Constantine... TT_TT creo que me he perdido de mucho...
Saludos